Celo por Dios - William MacDonald
Dios necesita hombres completamente entregados al control del Espíritu Santo. Hombres estos que parecerán borrachos a los demás, pero los que saben de estas cosas comprenderán que están guiados por una “profunda, enorme, obsesionante e insaciable sed de Dios”.
Que cada discípulo en perspectiva tome muy en serio la necesidad de tener celo por Dios en su vida. Que tenga la aspiración por Dios en su vida. Que tenga la aspiración de responder a la descripción dada por J.C. Ryle:
“El cristiano celoso es principalmente hombre de una causa. No basta decir que es serio, cordial, intransigente, eficaz, sincero, ferviente en espíritu. Solamente ve una cosa, le importa solamente una cosa, vive por una cosa, está embebido de una sola cosa, y esa cosa es agradar a Dios.
Viva o muera, enfermo o sano, rico o pobre, agrade al hombre o le ofenda, se le considere sabio o necio, reciba injurias o alabanzas, reciba honra o se le avergüence, nada de esto le importa.
Este hombre arde por una cosa, y esa cosa es agradar a Dios y promover la gloria de Dios. Si ese fuego lo consume, no le importa, está contento. Siente que, al igual que la lámpara, ha sido hecho para arder, y si se consume ardiendo, solamente ha hecho aquello para lo cual Dios lo designó.
Tal voluntad siempre halla una esfera donde desplegar su celo. Si no puede obrar, predicar, o dar dinero, clamará, deseará y orará. Sí, si es solamente un pobre, o un enfermo que debe permanecer toda la vida en cama, hará que las ruedas del pecado se muevan pesadamente a su alrededor debido a su constante intercesión en contra. Si no puede pelear en el valle con Josué, hará la obra de Moisés, Aarón y Hur en el monte (Éxodo 17:9-13).
Si a él no se le deja trabajar, no le dará descanso al Señor hasta que lleguen refuerzos y el trabajo sea hecho. Esto es lo que quiero decir cuando hablo de celo en religión”.
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